miércoles, 9 de marzo de 2016

JUNTOS POR LUCIA - COLABORA

Nuestro viaje está totalmente autofinanciado, por lo que el fin de este llamamiento es totalmente altruista. El problema de Lucía nos toca muy de cerca. Juan, el padre de Lucía, es primo-hermano de Merce. Juan y su mujer Inma necesitan ayuda para operar a su hija de una cardiopatía congénita muy complicada. Ellos ya lo explican muy bien en su blog "Juntos por Lucía" Nosotros hemos pegado aquí el texto principal y el número de cuenta donde podéis colaborar. También organizan eventos donde se puede ayudar.
Toda ayuda es bien recibida, como ellos dicen "Muchos pocos hacen un mucho"
¡¡Muchas gracias!!

Merce y Rubén




Lucía nació con una cardiopatía congénita muy complicada llamada "Atresia Pulmonar con CIV y colaterales", para que lo entendáis, esto quiere decir, que la sangre no puede ir a los pulmones para coger oxígeno, lo hace por otro camino que no es el adecuado, de ahí que su saturación de oxígeno sea de 75% en lugar de 95%.

Debido a estos bajos niveles de oxígeno Lucía no puede saltar, correr, subir escaleras, etc... En definitiva, no puede hacer lo que haria cualquier niño de su edad.

Después de varios cateterismos y pedir varias opiniones médicas en diferentes hospitales de España nos dicen que no pueden hacerle ningún tipo de intervención quirúrgica por lo que no hay ninguna solución para su enfermedad en nuestro país.

Ante esta situación nos ponemos en contacto con el Dr. Pedro del Nido del Boston Children's Hostipal en Estados Unidos. Después de enviarle toda la historia clínica de Lucía, el Dr. del Nido, nos responde que sí puede operar a nuestra hija. Nos dice que serían varias operaciones, al menos dos, para las que nos da un presupuesto de 150.000 y 160.000 euros, respectivamente. A esta cantidad habria que sumarle vuelos, alojamiento, comidas...

El pasado 11 de noviembre de 2015 le realizaron con éxito la primera operación. Todo salió como esperaban los médicos. En mayo tendremos que volver a Boston para realizarle un cateterismo y valorar cuando le harían la segunda operación.

Estamos muy cerca de ver a Lucía curada de su cardiopatía.

Esperamos que todo el que pueda nos ayude. Lucía se merece seguir viviendo.


                      "Muchos pocos hacen un mucho"


                                   Banco SabadellCAM

ES 08 0081 1130 2800 0615 6526



sábado, 5 de marzo de 2016

4 - SUR DE IRÁN

Nada más cruzar la frontera entre Omán y Emiratos, se siente la diferencia económica entre los dos países. Omán se encuentra en plena ascensión, pero sus vecinos del Golfo tienen el "dinero por castigo" desde hace muchos años y parece que ya no saben en que gastarlo. Amplias avenidas, jardines perfectos y altos edificios, nos dan la bienvenida a la ciudad de Fujairah, capital de uno de los siete Emiratos Árabes Unidos. 
En las ciudades se complica mucho el asunto de acampar, pero tenemos la suerte de encontrar un sitio perfecto junto a la playa, con aseos públicos incluidos.  Pasamos esta última noche con Sel y disfrutamos  de las danzas árabes en el festival que se está celebrando en la ciudad.

Regreso a los Emiratos Arabes Unidos

Fuegos artificiales en Fujairah

Festival en Fujairah

Un buen lugar de acampada. Tan bueno que Sel permaneció aquí los siguientes diez días

Toros de pelea son entrenados todas las mañanas en la playa. Los hacen caminar por el agua para fortalecer su musculatura.

Amanece en Fujairah

A la mañana siguiente separamos de nuevo nuestros caminos. Sel debía permanecer en la ciudad solucionando un asunto y nosotros nos dirigimos de nuevo al punto de partida de nuestro viaje, a Dubai, bueno… más concretamente a la vecina ciudad de Sharjah, que es la capital del Emirato del mismo nombre. Desde allí debíamos tomar el barco que nos llevaría a nuestro siguiente destino, Irán. 
Tras pedalear durante dos jornadas por un interminable desierto de dunas, entramos en esta caótica ciudad; varias autopistas se entrecruzan y los conductores no son precisamente los más considerados del mundo con los ciclistas. Sanos y salvos llegamos al hotel Dana, el más barato que encontramos en Sharjah, la verdad que por 31€ la noche no estaba nada mal. Era el primer alojamiento que pagábamos en más de un mes de viaje y allí pasamos las dos siguientes días, aprovechando para comprar algunas cosas que nos hacían falta mientras que esperábamos la salida del ferry.

Mezquita de reciente construcción en Fujairah

Acampando en el desierto,  a 55 kms de Sharjah

En la sala de espera de la terminal marítima de Sharjah conocimos a una pareja de Suiza que llevaba dos años viajando en bicicleta y regresaban a casa desde Irán. El viaje que han realizado a través de Asia Central es bastante similar a lo que nosotros queremos hacer, así que recogimos toda la información posible.
Aunque el barco zarpó casi a las once de la noche, desde las seis y media de la tarde ya nos encontrábamos en el interior. Se trataba de un destartalado buque de bandera iraní. Como ya sabréis, en Irán es obligatorio que las mujeres lleven tapada la cabeza con un pañuelo, además de llevar cubiertos brazos y piernas, así que ya en el barco Merce tuvo que empezar a habituarse a su nueva indumentaria, la cual tendrá que vestir al menos durante dos meses. 
Mucho nos habían hablado sobre la policía iraní y sus exhaustivos controles a los extranjeros que viajan de manera independiente. A la llegada al puerto de Bandar Abbas, no os vamos a negar que estábamos un poco nerviosos. En el mismo barco nos acompañaban otros cuatro occidentales más, los ciclistas suizos que antes habíamos comentado, y otra pareja de alemanes que viajaban en autocaravana. Por cierto, pagaron 1.200 euros solamente por  pasar el vehículo.  Nosotros cero euros por las bicicletas, alguna ventaja teníamos que tener. Antes de abandonar el barco subió la policía y se llevó nuestros pasaportes. A la llegada a la terminal estuvimos esperando media hora en la puerta de inmigración a que nos fueran llamando pareja por pareja. Cuando llegó nuestro turno solamente nos hicieron llenar un formulario en el que preguntaban la ruta que íbamos a seguir por Irán. Después nos llevaron a otra sala para rellenar un nuevo formulario más completo. Hubo un par de preguntas que nos parecieron bastante curiosas:
  • ¿Antes de entrar en el país, que idea tenías sobre Irán? 
  • ¿Di tres motivos por los que quieres visitar Irán? 
Al final todo fue más sencillo de lo que parecía, y tras pasar solamente una alforja por el arco de seguridad, entramos en el país.
La pareja de suizos ya habían estado anteriormente en Bandar Abbas, así que nos unimos a ellos para llegar al centro de la ciudad y al final nos quedamos en el mismo hotel. Es cierto que la ciudad no va a ganar un premio como la más bonita del mundo, como casi todas las ciudades portuarias, pero nos gustó este primer contacto con Irán. Tuvimos la impresión de que ya habíamos llegado al Asia que nosotros conocemos. Mercados atestados de gente, comida en puestos callejeros, tres filas de vehículos circulando por una avenida donde solo existen dos carriles, desorden y caos. Lo que más nos llamó la atención fue la gran cantidad de mujeres que había paseando por la calle, en Omán ni un 20% de la gente que ves por la calle son mujeres y pensábamos que en Irán ocurriría algo parecido. Algunas de estas mujeres visten al límite de lo que les marcan los Ayatolás, y muchas de ellas, sobre todo las más jóvenes, enseñan mucho más cabello del que tapan.
No todo lo que hemos visto nos ha agradado en este primer contacto con el sur de Irán. La sensación de absoluta seguridad que tuvimos en Omán, no es ni por asomo, lo que estamos sintiendo aquí. Otros viajeros nos habían dicho que Irán es muy seguro, pero en Bandar Abbas y las islas del sur, los mismos iranís nos repiten una y otra vez que llevemos cuidado con nuestras pertenencias, esperemos que cuando nos adentremos hacia el interior la cosa cambie.
Primeros minutos de nuestra entrada a Irán. Esta foto nos la hicieron los amigos suizos. 


Siendo guiados por Michael y Nora hasta el centro de Bandar Abbas


Bazar en Bandar Abbas


Sorprendidos al encontrar esta especie de churros



No queríamos introducirnos demasiado pronto en el invierno iraní, así que aprovechando que en el sur la temperatura es bastante agradable, decidimos tomar un barco hasta la Isla de Hormuz. La isla es muy árida pero con la curiosa característica que está compuesta por distintos minerales que crean un paisaje de variados colores. Como habíamos adelantado nuestra llegada a Irán, decidimos aprovechar estos días de más para descansar un poco, y darnos el lujo de pasar unos días de playa, fuera de los ojos  censores de este país. Buscamos un lugar en el que poder bañarnos tranquilamente y lo encontramos a tan solo siete kilómetros del puerto.

Niñas a la salida del colegio. Hormuz






La tierra de los caminos de la isla de Hormuz está compuesta por gran cantidad de hierro. Durante las siguientes semanas tuvimos problemas graves con los cambios de nuestras bicicletas al introducirse esta arenilla entre las fundas y los cables. Parece que por ahora lo hemos solucionado.

Playas de Hormuz

Ciclistas iraníes vienen a recorrer la isla durante el fin de semana. También alguna chica.




Variedad de colores

Estos son los taxis que utilizan los turistas para recorrer la isla




Amanecer desde nuestra tienda de campaña


Desde Hormuz tomamos un ferry a la isla de Qeshm, la cual perteneció a España entre los años 1580 y 1640. Esta isla es la más grande del Golfo Pérsico y el gobierno iraní ha creado una zona franca en ella para desarrollar los negocios.
Nada más desembarcar conocimos a Ahmad, un ingeniero que trabaja en Bandar Abbas y casualmente pertenece a la red de ayuda entre cicloturistas Warmshowers. No nos pudo alojar porque vive  en Bandar Abbas, pero fue de gran ayuda para encontrar un lugar apropiado de acampada en la ciudad de Qeshm. A las afueras existe un parque preparado para la acampada. Cuando llegamos al lugar, casi no teníamos espacio para plantar nuestra tienda, los iraníes son grandes aficionados a los picnics y a acampar, y aún no siendo fin de semana, la zona estaba atestada de gente. Estos parques se encuentran en casi todos los pueblos por donde vamos pasando, unos más preparados que otros, y con un nivel de limpieza en los baños entre guarros, muy guarros y de los que solo se puede entrar levitando para no pisar la mierda.

Con Ahmad. Quiere comenzar su vuelta al mundo en bicicleta el próximo año.

Desayunando con nuestros vecinos de acampada en la ciudad de Qeshm. No hizo falta compartir idioma para entendernos.

Después de dos días acampados en el parque proseguimos nuestro camino. La primera jornada ciclista sufrimos con un viento huracanado en contra y no tuvimos más remedio que parar en el pueblo de Suza con tan solo 38 kms recorridos. 
Al día siguiente aprovechamos para hacer un poco de turisteo y visitar el Stars Valley, unas formaciones rocosas erosionadas que nos recuerdan, salvando las distancias, a las de Bolnuevo en Mazarrón (Murcia). 

Acampando en el parque de la pequeña localidad de Suza


Stars Valley




Este paisano nos pidió la bomba de la bicicleta para inflar la rueda de su moto, eso sí, ademán de ayudar no hizo ninguno.


En Qeshm vimos gran cantidad de rebaños de camellos, algunos de mas de 50 ejemplares.

Los coches tienen que llevar mucho cuidado porque los camellos no avisan cuando  cruzan la carretera

Desierto y más desierto

Conforme nos íbamos alejando de la costa, teníamos las carreteras para nosotros solos
Llegamos al norte de la isla para tomar el ferry que nos cruzaría hasta el continente, para ya abandonar la isla de Qeshm. El puerto era un auténtico caos, la fila de camiones y coches de un par de kilómetros, pero entre las ventajas de viajar en bicicleta está el saltarte esta caravana y plantarte el primero. Todo el mundo nos ayudó a encontrar el barco y a acomodar las bicicletas. Enseguida comenzó la sesión fotográfica y de videos con los móviles. Unos son más disimulados y te hacen fotos desde lejos, y otros simplemente te plantan el teléfono a dos palmos de la cara y empiezan a grabarte. Por ahora lo llevamos bien, así tampoco nos da mal rollo cuando los grabamos nosotros. 
Era ya tarde y comenzamos la rutina de todos los días, encontrar un lugar para acampar. En este caso teníamos pocas opciones y nos recomendaron quedarnos en el mismo puerto. Preguntamos a la patrulla que se encontraba en el puerto, y que pensábamos que eran militares por sus trajes de camuflaje, pero más tarde nos enteramos que se trataba de la policía marítima. En un principio se negaron a que acaparamos junto a su caseta, pero más tarde, cuando ya teníamos montada la tienda en otro lugar, nos llamaron para que nos trasladáramos junto a su puesto, incluso nos ayudaron a trasladar todas nuestras cosas y a montar las vallas para crear un refugio perfecto. También nos pasaron un cable para cargar todos nuestros chismes. La policía nos volvió a insistir sobre que lleváramos cuidado con nuestras cosas, sobre todo con nuestras bicicletas, así que ya eran varias personas las que nos avisaban de la inseguridad de esta parte del país.
Aunque nuestra primera idea era aprovechar el buen tiempo en el sur de Irán para ir recorriendo la costa durante una semana más y luego ir introduciéndonos en el interior del país, mucho más frío, decidimos que ya era hora de dejar el calor atrás. Merce tiene que ir tapada y para ella es mucho más cómodo pedalear con un poco de frío. Tampoco nos estaba gustando demasiado alguna gente del sur. 
Pusimos rumbo a Lar, una ciudad situada a unos 200 kms de la costa, de la que ya nos despedimos hasta dentro de muchos meses. Lar se encuentra a 800 metros de altura, así que poco a poco  fuimos ascendiendo hacia las montañas. Hicimos esos 200 kms en tres días, una travesía por el desierto que se nos hizo bastante dura por la carencia de lugares donde reponer fuerzas.
Cuando llegamos a Lar fuimos recibidos por una legión de gente que acompañaba nuestro paso como si fuéramos el papa, pero eso lo contaremos en la próxima entrada.

Dicen que viajar cura los prejuicios, pero por mucho que viajemos nunca entenderemos esto
Haciendo amigos mientras que cruzamos en barco hasta el puerto de Pohl

Acampando en el puerto de Pohl, junto a la caseta de la policía marítima iraní.

Allí baba y los 40 ladrones.
 En un área de descanso paró un 
autobús de un colegio. Alguno aprovechó el momento "foto" para quitarme las gafas de sol que había dejado en la bicicleta

Recogiendo tomates. Estos son pequeños oasis verdes en medio del desierto

Acampando en un restaurante, de camino a Lar. 

Al contrario de lo que suele pensar mucha gente sobre Irán en occidente, nosotros teníamos una idea, quizás demasiado idílica, sobre la hospitalidad y la buena gente que nos íbamos a encontrar en este país. Todos los viajeros que nos íbamos encontrando en la ruta nos iban confirmando esta idea, pero al menos en el sur, nosotros hemos tenido una experiencia diferente. Quizás al venir de Omán, donde nos han tratado tan bien, y no hemos tenido prácticamente ningún incidente, hace que nuestras primeras impresiones sobre Irán no sean tan buenas. No es que hayamos tenido ningún problema grave, pero si hemos sido tratados mal en más de una ocasión. Sobre todo hemos tenido problemas con los adolescentes, desde crios de diez años hasta jóvenes con veinticinco años, que aquí parece que la edad del pavo se alarga bastante. Hemos creado un mecanismo de defensa con la gente de esta edad, y ya los intentamos evitar, aunque parezca que sus intenciones son buenas, una pena. 
No queremos ser injustos, son muchos más los que nos ayudan que los que nos tocan los..., pero tampoco queremos dar la falsa idea de que todo el mundo es maravilloso. También es cierto, que conforme vamos viajando hacia el interior del país, la gente es más como todo el mundo nos había contado.